Nadie puede hacerte
sentir inferior
sin tu consentimiento. Eleanor Rooselvet
LA NIÑA DE LOS OJOS ILIMITADOS
No
sé
si
te reconoces.
Aquella
niña de ojos ilimitados
puede
que este a tiempo
de
ayudarte a recordar.
A
recordar
la
esencia femenina
que
colmaba tus encantos,
que
eran muchos,
que
son tantos…,
recordar
aquellos
sueños
que nunca
nacieron
para morir desgastados
bajo
el techo protector
de
una habitación de adolescente,
aquellos
espacios despistados
que
yacían escondidos
entre
la calma dulce
de
un tiempo blanco.
Quizás
sí, quizás,
aquella
niña de ojos ilimitados
pueda
ayudarte a recordar
aquel
mundo que avistabas
ya
cercano,
donde
intuías
un
amago empañado
de
tu forma de mujer,
donde
los pasos transitaban confiados
todavía.
Quizás
también
te ayude a recordar
aquel
mundo
que
tratarías de ajustar a tu medida,
como
aquellos imposibles jeans
que
habitabas a diario,
como
aquel banco de parque
que
pretencioso
se
jactaría de atesorar tus secretos de pandilla
entre
sus horas de sol y lluvia.
Ahora
miras dentro de ti
y
te encuentras encerrada
atendiendo cada día al desatino.
Cae,
se despeña sin rozar a penas
los
bordes de tus labios
tu
voz,
cae
arrastrando la entereza
de
tu firme palabra,
de
tu palabra
y
de la fuerza contenida en su cadencia.
Hay
demasiado en juego.
Los
niños, que ya comprenden,
un
hogar, por fin logrado,
alguna
promesa inservible y caducada
que
se adhiere pegajosa
tras
la mentira de aquel príncipe imaginado
de
doble cara.
Escuchas
dentro de ti
como
cruje el miedo,
como
aúlla la desesperanza,
y
ruegas al cielo para que el viento
que
hoy traspase la ventana
tan
solo derribe la soledad y la pena
que
permanecen ancladas en el mismo fondo
de
tu alma.
Decir
amor, mientras oculta
sus
manos manchadas,
ya
no justifica la culpa y la amenaza,
decir
amor
solo
envilece la certeza
de
la cárcel que te atrapa,
que
te hiere de una muerte recargada
de esperanzas rasgadas.
Decir
amor
no
justifica
nada.
Aquella
niña de ojos ilimitados,
jamás
decidió morir
mientras
vivía.
Aquella
niña
vive
vive
sin duda alguna aún
en
ti misma.
©Concha González.
Estoy pensando hacerme amigo de ella, espero que no te sientas desairada por ello.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Jamás querido Amando. me gusta compartir.
EliminarUn abrazo.
La niña de los ojos ilimitados que conozco, tiene también la fuerza sin límite que la experiencia, el valor y la belleza, le han ido afianzando.
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