lunes, 10 de noviembre de 2014
LA PERSISTENTE SONRISA
LA PERSISTENTE SONRISA
Te olvidaste de vivir
como viven
las personas
que permutan los destinos
por deseos,
las que ocupan las mañanas
en faenas mundanales
por designios de los hombres.
Te olvidaste de vivir
como viven las personas
que en las tardes
profesan el amor a la familia
y a su causa
Te olvidaste de vivir
así como viven
las personas
que en las noches se aman
sin entornar los ojos
ante la oscuridad que se desata,
las que no entonan la canción
de las excusas
como inicio de batallas.
Te olvidaste de vivir.
No recuerdas ya al galeno
que te desterró al deceso
del que respira
ni de que acataste sumiso la pena impuesta
por la vida
sin recurrir sentencia.
Te olvidaste
y, sin embargo invocas con orgullo
al joven fuerte que ayer fuiste
aquel que poseía el tiempo
en herencia compartida
como si ese estatus de eternidad
apenas retenida
rejuveneciera el lánguido recuerdo
de tus días muertos...
Porque no te ves
fuera de la orilla, todavía
ni tampoco braceando
incansable
mar adentro.
Porque ya no te ves.
Apenas si te escuchas
cuando duermes
arropado al calor de la inconsciencia
mientras esbozas esa única sonrisa
que todavía te resta
de entre todas las vencidas
en tu frágil consciencia.
Esa única sonrisa que persiste
tras el sueño cotidiano
jamás pensó
en abandonar tu rostro
jamás pensó
en abandonar tu mente.
Algo tendrás aún que decirte, supongo.
Algo tendrás aún que decirte
pues subsiste tu palabra y tu persona
entre las bambalinas opacas
de la desmemoria.
Algo tendrás aún
que decirte.
©Concha González.
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Es curioso, en mi repaso quincenal por los blogs amigos, estoy encontrando hoy como tema central, la recuperación de la vida no vivida. En tu caso, el hecho de usar la segunda persona provoca un aparente distanciamiento que enriquece ese aviso a navegantes. Me gusta, sí.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Que te guste Amando, para mi es un privilegio.
EliminarSupongo que no nos damos cuenta de como se nos va el tiempo, y de la vida dentro de él.
Gracias por tu atención y lectura.
Un abrazo. Concha.
Me alegro de no ser yo a quien va dedicado este poema-aunque el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, peligroso dicho para lo indulgentes que somos para nosotros mismos-
ResponderEliminarSupongo que sí Fernando. Demasiado indulgentes quizás...
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