LA CONTAMINACIÓN
He anclado mi silencio
al día en el que estoy
abandonado la charla incesante
que abriga la condescendencia
escrito los versos que la palabra olvidada
le dictaba a mis dedos
aspirado a pertenecer tan solo a mí misma
ante el estupor del mundo entero.
renunciado a las sonrisas histriónicas
que nunca sonríen
nunca.
Los árboles del camino
se contaminaron
hace tiempo
con los necios vientos.
Y
mientras los perennes
pierden sus hojas contaminadas
por el miedo
los caducos ofrecen sus ramas anegadas
de ficticias hojas
a los pájaros del mal agüero.
Allí descansan
ilusos, serenos
ajenos a sus cánticos de muerto
ajenos a sus propios llantos
ajenos.
©Concha González.
foto de la red
Querido Fernando, has captado a la perfección el mensaje, y eso, que reconozco que en ocasiones mis inspiraciones se me aparecen algo encriptadas, qué le voy a hacer. Sin duda nada mejor que tratar de mantenerse limpio y ajeno ante esta sociedad que nos vive, manipuladora, corrompida por las apariencias y la avaricia, por esas torturadoras prisas que ancladas sibilinamente en la cotidianidad nos acaban robando la libertad con la que genuinamente nacemos y morimos por derecho. En cuanto a contaminarse uno mismo... rizar el rizo. Un abrazo.
ResponderEliminarRenunciar, abandonar, anclarse, aspirar a pertenecerse sólo a uno mismo. A veces penetras en lo más íntimo, y lo haces como sin querer. Como si no hubiera contaminación a tu lado. ¿O es que ya te has liberado de ella? Un abrazo.
ResponderEliminarYa quisiera yo liberarme de ella, querido amigo. Tan solo así lo siento desde mi mar de espigas, desde mis paseos (cuando hay tiempo) y desde algún otro sitio-estado más que me aferro por mantener. A parte de esto supongo que un poco como el resto de los mortales, a pagar el precio de la evolución. Un abrazo Amando.
ResponderEliminarExcelente... fue un placer pasar por este lugar... saludos...
ResponderEliminarGracias carlos. Un saludo.
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