sábado, 15 de febrero de 2014




SENTENCIA.

Atraparon el silencio
las bocas suicidas
como única salvación posible
al extravío,
al desdoro de las lenguas codiciosas,
a la fuerza incontenida
de las elocuencias.

Así se falló
la sentencia.
Un adagio transitorio
y evitable,
la dialéctica estéril
del cobarde,
la tabla salvadora
del  naufrago ahogado,
el ruego anegado
de salivas y de llantos.

En ese cofre
de misterios aventados,
la palabra templa su destino
y alcanza a morir
                       entre susurros lánguidos.

En ese cofre de misterios
la palabra
acepta morir
tras sinuosos espejos,
acepta la rendición
como quien acepta
el ajusticiamiento
del reo.

Así fue
el fallo de la sentencia.

(R) Concha González.
Imagen cedida por Daly García.


3 comentarios:

  1. De menos a más, el poema, a mi entender. Una vez que se libera de esa tiranía del adjetivo en los tres primeros párrafos, echa a volar. Y termina rotundo y literario, como un cadalso para ajusticiados, como la muchedumbre vitoreando a la muerte. De la palabra.
    Abrazos, siempre

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  2. Gracias Amando por tus observaciones, comentarios, consejos... Siempre agradecida. Los adjetivos y yo mantenemos esa pequeña lucha por hacernos valer. Siempre he encontrado todo tan adjetivable, que puestos a escribir la cosa no iba a ser menos. Es como si detrás de ellos amparadse la fuerza de lo que digo o quiero decir, aunque claro con ello se arriesgue la claridad de lo que se dice. ¡vaya trabalenguas!. Tomaré nota, como siempre.
    Un abrazo fuerte.

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  3. Qué bueno Leonard Cohen... qué gran poeta. Un honor que mis letras te recuerde a él.
    Abrazos Fernando.

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