VÉRTIGO Yo pongo: dos lunas llenas en mis ojos, una sombra blanco roto y una sonrisa ahogada sobre la almohada de mi cama. Yo pongo: un puño sobre otro, en un eterno juego de vaivenes, una casa abandonada por algún rincón incierto, y una pared oblicua obligándome al descenso. Pongo, yo pongo una distancia, un renglón, un patio con verdín, y algún nombres entre tristezas. Luego, más tarde quizás, diré algo: vértigo.