domingo, 28 de octubre de 2012

LA CASA


LA CASA

Esa casa que guareció con celo
nuestros dispendios...

tejados rojos, negros misterios,
tu y yo, nuestro silencio
descubriendo paréntesis apátridas,
fronteras sin cimientos...

fiel a sus muros ciegos
a sus ornamentales arcos
esos
por donde se cruzaban a menudo
posibles y encandiladores sueños

perra guardiana de un tiempo inconexo,
inmutable, inverso,
tiempo
que cruje al paso
de olvidos despedazados
por afiladas zarpas
de horas disecadas.

Esa casa
donde pasados sin presentes,
presentes sin futuro
vivieron lento, murieron proscritos.

Por sus luceros acristalados
contemplábamos la luz de los días.
Las noches aún pertenecían a sí mismas,
a su irrealidad, a su mentira,
a su inhóspita  ceguera,
a su eternidad sin reglas.
Con el despertar del alba
se acostumbraban tus ojos,
también los míos,
a la claridad más nítida, presente
entre presentes, la realidad
más solitaria y esquiva.

Así fue
como aquella casa,
a pesar de todo,
permanecía erguida.

A pesar de todo;
de sufrir un desahucio
sin nombres, ni esperas, ni letras.
A pesar de todo, todavía
me temo,
habitamos en ella.

©Concha González.
Imagen tomada de la red.

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