EL NUEVO DÍA
Un tenue rayo de luz
irrumpe en el silencio de la noche privada,
principio ajeno a fútiles miradas,
miradas dispersas que nunca descansan.
Irrumpe sinuosamente
como arrabal arrumbado,
bifurcando las alturas
con indolente descaro.
Atraviesa la siniestra opacidad
de los camaleónicos cielos,
surcados
a veces de miedos
coloreados de un índigo intenso,
a veces de lluvias
que manan de los pensamientos
y otras,
de potentes fuegos
fruto de pasionales besos.
Un tenue rayo de luz
descubre un nuevo amanecer,
y tras él
descubre a la vida
engullendo la vida,
día tras día,
ávida de un canibalismo etéreo,
ilógico,
certero.
Eternamente presente,
eternamente ausente.
© Concha González
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