LOS ENCUENTROS
He
dejado de esperar rincones cautos.
Es
esa pasión por la tristeza la que me lleva a prescindir
del
azul de las rosas injertadas.
Tú
no tienes que pedirlo. La voluntad se desprende
de
sí misma, a cada instante, y, bombea
hacia adentro,
como
un corazón humano anunciando su inquietud.
A
veces, el lloro de un niño reclamando sus
cuidados,
o
un torso desnudo mostrando su fuerza de carne
reflejan
más ausencias que mi pena.
No
se equivoca la luz que se sucede cada día.
Esos
instantes distraídos se ocupan de hacer de mí una mujer.
Pero
en la noche, los gestos pervierten su torva de imposibles
en
un muro infranqueable y es allí, en su
oscuridad impuesta,
donde
me venzo, donde me rompo, donde te encuentro.
(C) Concha González
Imagen propia.
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