sábado, 9 de marzo de 2013


LA INDIFERENCIA

He caído atrapada
en la telaraña de la indiferencia.

Ya no suspiro ni anhelo
no sospecho
no reniego
no castigo ni aconsejo
no oigo, ni veo, ni entiendo.

Qué manera más cobarde
de comenzar cada mañana

nadar con la corriente
abrazar al toro de los cuernos extirpados
volar hacia la jaula abierta
de los pensamientos programados

asumir el futuro
previo contrato

caminar firmemente asido
a la barandilla
de las mil y una manos

rodear los muros
asumiendo con resignación
su protector desamparo.

He caído
y nadie me ha rescatado.

Han atrapado mis brazos, mis ojos, mis manos
se han adherido
a su pegajoso tacto
pero
mis labios, mi voz
mis sueños, mi valor
mi entereza, mi honor
mi osadía, mi auténtico yo

han quedado
milagrosamente
liberados.

©Concha González.
Imagen tomada de la red.

6 comentarios:

  1. Ser o no ser, caer o no caer. Esa es la cuestión. O se cae para todo o estamos ante una licencia poética(nunca mejor dicho). Aunque conozco el lado "tentador" de la indiferencia, te sitúo entre las filas del inconformismo creativo y, especialmente, vital. Vamos, que te veo más para rescatar, que para ser rescatada.

    ResponderEliminar
  2. Qué decir Fernando ante tus palabras sin duda elogiadoras... sí es así como me ves, yo no pienso discutir, pues me gusta tu visión. Así pues, me quedo con ella. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Desde luego, no hay quien atrape a los incombustibles como vosotros. A este paso, las telarañas de la indiferencia vamos a morir de inanición.
    No os descuidéis, estamos al acecho.
    Un abrazo de telaraña.

    ResponderEliminar
  4. Pues bienvenido el abrazo de telaraña Amando, pero dudo mucho que tu poseas ese lugar de la indiferencia. No sé, es una percepción mía. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Me da un poco de repelús ese adscripción al apartado de incombustibles. Existe una clara tendencia universal, agravada en nuestro país, a considerar a los pertenecientes a esa categoría, como obligados a quemarse a lo bonzo los primeros. Seguramente al suponer que las llamas nos causaran menos daños. Sufrimos el calor y la asfixia como el resto, y lo que más nos gustaría es que entre todos fuesemos capaces de apagar el fuego.
    Por cierto, la telaraña más atractiva que me viene a la cabeza en este momento, es aquella por la que Sabú trepa en la vieja peli "El ladrón de Bagdad.

    ResponderEliminar
  6. Mi estimado cinéfilo: seguro que esa telaraña de "El ladrón de Bagdad", es mucho más genuina que esta mía. Un saludo.

    ResponderEliminar