domingo, 8 de julio de 2012


EL SENDERO

Huyo por el silencio
más elocuente,
lastrando mi cuerpo y mi alma
con pesadas cadenas de reo.

Huyo hacia una muerte segura.
¡Ya vislumbro sus ojos lánguidos
y palpo sus flácidas carnes putrefactas!

Su obnubilante cántico de sirena,
su inmortal espacio
anclado en la nada
atraen mi pesado cuerpo.
Pero es allí,
donde redimo mis miedos,
los sueños caídos,
los vientos que esculpen mis dedos.
Es allí,
donde permanezco
adujada y silente
usurpando minutos al tiempo...
viendo volar los misterios.

El regreso
deshace mis miedos,
(cautos tormentos)
desprende las piedras
que me adhieren al suelo.
Dejo atrás
un ayer traicionero,
mientras mis ojos te anuncian
por el sendero.

© Concha González.

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