sábado, 5 de noviembre de 2016
EL HOMBRE ANCIANO
El hombre anciano era amable,
tan amable como le enseñaron
desde mucho antes de la guerra,
cuando todo eran hechos inevitables,
como ahora.
Amable, le decían, sé amable.
Da los días o las tardes al pasar por una puerta
que, aún trancada con pestillo, pronostique
tertulia entre hombres y tabaco,
no vaya a ser que te oigan y desechen tu nombre
para siempre como un hecho inevitable.
Amable, no como adjetivo, amable
como impenitente modo de nombrar
al miedo amablemente, mientras aprendes
a llamar los días por el nombre de algún santo
como un hecho inevitable.
Y, aunque te pellizquen los brazos las mentiras,
aunque te escuezan en la lengua las verdades,
y la tierra prometida se te encoja... sé amable,
tan amable como te enseñaron
desde mucho antes de la guerra,
cuando todo eran hechos inevitables.
Como ahora.
(R)Concha González
Imagen propia
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