sábado, 28 de septiembre de 2013
EL MISMO TIEMPO
EL MISMO TIEMPO
... parecía ser
el mismo tiempo
el mismo invierno
la misma hora
el mismo tiempo.
Alguien pudiera haber tocado
la pausa del presente
y la imagen se clavó
redimiendo su pasado.
Alguien pudiera haber tocado
la pausa de los días
y entonces naufragarían
por una eternidad absurda
laberíntica.
Mis sueños
comenzarían a enloquecer
en el encierro
y dejarían de ser sueños.
Ya nunca sería
demasiado pronto
nunca demasiado tarde
porque
el tiempo
apenas exhalaría
su propio olor
a tiempo.
Pero, solo de ese modo
me protegería
de esa absurda monotonía
a la que a veces
se juega
a la que a veces
se apuesta.
Solamente así
emprendería
un viaje ralentizado pero seguro
hacia los días vírgenes
hacia la desmemoria.
Y la costumbre habría de desaparecer
tras cada instante
para que ya nunca jamás
el mismo tiempo
el mismo invierno
la misma hora
el mismo
tiempo
pareciese ser...
©Concha González
©Imagen propia.
sábado, 21 de septiembre de 2013
CIERTAS COSAS
CIERTAS
COSAS
I
Hay ciertas cosas
en las que he decidido
no creer.
No creo ni creeré
en las pequeñas aves
nómadas
que opten por volar
hacia suntuosas jaulas
de oro
para permanecer en
ellas convenientemente.
No creo ni creeré
en la respuesta que no invite
a la pregunta
a tomar asiento en su
sofá
para platicar sin
sumisiones;
ni en la orden
previsible
cuando
imprevisiblemente aborta
opiniones que comparten
tiempos.
No creo ni creeré
en quién, cómo o cuándo,
si estos lucen un
cartel de omnipotencia
permitiendo subterfugios
de apologías
amedrentadoras.
Tampoco en la oscuridad
de los días
ni en la de las noches,
a no ser que solamente adviertan
sobre misterios
atemporales.
II
Qué duro resulta admitir
que los hechos
terrenales
a menudo poseen bocas humanas,
y que lo horrible del mundo
se expresa través de la
palabra.
Qué duro reconocer
que es en la
impermanencia del azar y en la apatía
donde la indolencia
aparca sus caídas manos,
sus ojos cegados, las voces mudas que gritan,
inconsolablemente,
que las leyes no
existen, que las leyes no hablan,
que la leyes tan solo son
frases encadenadas;
encadenadas cadenas asidas
a anomias desorientadas
que a veces hieren y dañan, que minan y acallan
a los hombres cuya voz, el aire horada.
III
Hay otras ciertas cosas,
que por su veracidad
incuestionable
sus indómitas razones y
algo más
que no alcanzo a
comprender…
dignas de mi confianza
y creencia.
Cosas semiausentes que sueñan ansiosas
el momento oportuno para
regresar a su hogar.
Me temo que aún yacen desahuciadas
bajo puentes
descubiertos,
soportando las lluvias ácidas,
agrietadas por los vientos secos.
Yacen desahuciadas, lo sé,
como también sé, que
dichas lluvias
algún día se habrán de tornar en sangre vivificante,
y que los vientos exhalarán hálitos fortificantes.
IV
También las hay sencillas,
fáciles, insondables…
cosas como que el amor
suele engendrar
excelsas riquezas,
pero que los odios, por
contra,
alumbran atávicas
miserias.
V
Hay ciertas cosas
cuya credibilidad sostiene
la vida.
Tú, yo, él y ella, nosotros…
el aire (matiz
inapreciable)
la ilusión (siempre
niña),
el silencio (oxígeno
inestimable),
la libertad entronizada
en los huecos de las almas,
la igualdad sosteniendo
la firme antorcha
que de luz ilumina la estancia,
la acracia que
desaherroja
las manos alzadas,
y el amor,
(permítanme nombrarlo
de nuevo)
el amor, tan bella
palabra.
VI
Pero, no soy yo, ni tú,
quizás no sea nadie
quien pretenda, en cruel despropósito,
pensar por el mundo y
para el mundo.
En realidad este dudoso
derecho no semeja derecho,
semeja la entelequia de enajenados disfrazados
de credulidades, de misérrimas mentiras,
de providencias
divinas.
VII
No parece ser la vida
la culpable de las
muertes prematuras,
pero la avaricia (garra lacerante)
luce sedienta su más fiel
reflejo,
luce irredenta su fuliginoso
espejo traicionero.
VIII
Nadie confiará en una
hiena hambrienta
si esta sonríe cuando
avanza.
Nadie hablará por dos bocas al unísono.
Nadie servirá a distintos amos
con jarras de fina
plata.
Nadie borrará jamás su historia
si jamás le han permitido
narrarla.
No obstante, siempre habrá
alguien
que libere sus versos,
que despegue los labios,
que libere los miedos,
que comience a contar
la cuenta de nuevo.
Siempre habrá alguien.
©Concha González.
©Imagen propia.
sábado, 14 de septiembre de 2013
LA ACLARACIÓN
LA ACLARACIÓN
Me asfixia la ausencia,
la ideada ausencia.
Norte del día, duelo
del paso sin rastro,
de incertidumbres recatadas,
de abrazos inventados,
de besos alados.
Me asfixia la nostalgia
de un tiempo sin horas,
de un pretérito en blanco
como las noches a solas,
de un futuro proyectado
con vacío de forma,
y de un presente ajeno
que como propio se sufre,
que como propio solloza.
Me asfixia el silencio
de quien nunca ha hablado,
de quien nunca nada ha tenido que decir...
.... desde el otro lado de lo oscuro.
Me asfixia esta realidad
impregnada de desolación,
de yertos proyectos,
de costumbre.
Esperaré a más tarde
para morir en el desahucio
de lo inánime.
Esperaré a esta asfixia
dudando con certeza de sus intenciones,
porque,
¿quién estimará lo que ha de ser
si aún no ha sido?.
¿quién será el último que en el final
reirá más fuerte?
porque quizás,
el tiempo que jamás vistió de días la esperanza
tenga después de todo, algo que aclarar.
©Concha González.
©Imagen propia.
jueves, 5 de septiembre de 2013
LA MEMORIA DEL CALLADO
LA MEMORIA DEL CALLADO
No sopla viento esta tarde.
Nada parece incordiar
la memoria del callado.
El silencio, cómplice manifiesto
de doble rostro, mece la cuna
de adormilados pasados
mientras despierta, con cánticos de sirenas,
las ensoñaciones de sus letargos desamparados.
Pero eso hace feliz. Inmensamente feliz
porque
qué es la vida sino fantasía retratada
en su anverso,
qué es la vida sino un ir y venir,
un trasiego, un torrente de sueños,
qué es la vida sino tiempo en el tiempo,
voz en el tiempo,
muerte en el tiempo... tiempo.
Pretender comprenderlo
es tan solo delirio absurdo.
Somos lo que tenemos aunque
sea tesoro estéril,
aunque eso signifique que todo,
que todo eso, que todo aquello, el ayer,
el mañana que hoy se piense, todo...
ha de ser nada
para renacer de nuevo.
Esta tarde
no sopla viento.
No se ha de apartar el olvido
de los ojos secos.
No molestan lágrimas ni recuerdo.
Nada parece incordiar
la memoria del callado.
©Concha González.
Imagen propia©
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