miércoles, 6 de febrero de 2013


POESÍA

Nos encontramos
una noche displicente
de soledades apátridas.

Ella
buscaba
no se sabe bien a quién

eso nunca se sabe

yo 
me dejé arrastrar
por un caótico anhelo
de presencias y formas
de imponderables y silentes llamadas
que enredadas entre manos expectantes
reclamaban mi alma.

Sí, me dejé arrastrar.

Aún me dejo de vez en cuando.
Cada día, cada hora
cada risa, cada llanto
cada rato
de cuando en cuando.

De cuando en cuando
me dejo llevar
por su trémulo abrazo.

©Concha González.
Foto tomada de la red.


No hay comentarios:

Publicar un comentario