lunes, 27 de agosto de 2012

RUMOR


RUMOR

Atrás quedó el rumor
de la hambruna más cruenta,
la que desahucia hogares y pensamientos
y sueña con desnutrir
los vientres del silencio.
Sueña con provocarlos 
hasta descubrir a  gritos
lo que no se siente, ni se padece, ni se comprende,
el chirriar de dientes,
las indolencias del que consiente.

Y muere en tanto por ciento.
Cincuenta por ciento de penas
y el resto de sufrimientos.

Atrás quedó mientras, como cada día, 
las mañanas amanezcan 
dispuestas a mudar las sábanas
de esa cama restregada de sudores y batallas.
Dispuesta a aclararlas aunque solo sea 
con aguas disecadas.

Quedó percusionando con la memoria
su frágil toque de queda.
Conniviendo con los olvidos
olvidar en esta triste guerra
donde la hambruna más cruenta
la que desahucia, la que deshonra,
no emplate más tristezas.

Atrás quedó el rumor
de aquellas tristes guerras.

 ©Concha González

domingo, 26 de agosto de 2012

SUSPIRO








SUSPIRO

Un suspiro es un deseo
encadenado a un sonido.
La monodia más ilusa
del pérfido subconsciente.

Poses de alcurnia
para inconfidencias.

Un deseo duerme
abrazado a un suspiro
cuando adolece de abulia
de anorgasmia verbal 
de miedos recluidos.

Diálogos con uno mismo.

©Concha González

sábado, 25 de agosto de 2012

ESPERARÉ




ESPERARÉ

Te esperaré
con estos clavos ya oxidados
hendidos en mis ojos;
apuntalando lágrimas huidizas,
sosteniendo mil caminos indecisos, 
aferrando cientos de sueños 
que desperdigados aún yacen
por nuestros áridos campos sedientos 
y ávidos de fértiles riegos, 
aunque tan solo sea 
de aquellos falsos riegos. 
De aquellos...  
que al empapar suelos 
abúlicos y sin sentimientos 
provoquen con sus falaces aguas 
frutos amargos, sin alimento,
sin aparente señal
de futuras semillas latiendo.

Vuelven los herederos
de aquellos tiempos irredentos
a repartir su herencia de vacíos.
Vuelve el silencio a ocultarse 
tras su máscara veneciana.
Vuelven las histriónicas sonrisas a morir
allí atrapadas.

Pero yo te esperaré, sola,
guarecida en este rincón teñido
de gris esperanza,
flanqueada por mí misma,
perseguida por las añoranzas.

Y mientras la distancia me alcanza,
todavía consigo escuchar, 
a pesar de las disonancias,
la monodia de una  abúlica voz
que aún me nombra...
que aún te nombra.

Te esperaré, sí.
Aunque el baile toque a su fin
en nuestra plaza y tú, ya no seas tú
sino un poro en mi piel dañada.
Aunque las hogueras ya no ardan
y los fuegos se extingan 
entre  las nostalgias calladas...
...te esperaré.

© Concha González





viernes, 24 de agosto de 2012


LA BAÑEZA
SENTIMENTALANZAS

Donde mi ser intangible,
eternamente en obligada vigilia,
materia aún no formada, bosquejo reverberado
de un cuerpo y su espíritu,
decidió patriarse, abrir una puerta a la vida,
romper cadenas de cárcel  
de una inexistencia tímida.

Y pasé a formar parte 
de la gran familia.
Y pasé a ser hija 
de aquellos cielos,
de aquellos suelos, de aquel hálito etéreo
que hoy redime mi sueño.
Que enumera mis pasos andados
mientras predice silente
los que aún no han sido dados.

Y comí en esa gran mesa
donde ingentes manjares 
alimentaban el linaje
que desde tiempo poblaba 
esa  bizarra tierra.

Donde la patria se hizo nombre
y el nombre se deletreó LA BAÑEZA.

Donde mi nacencia admitida
profunda y prístina, sugirió,
en la grandeza de su acto,
aferrarse a esa ínclita raíz inmóvil,
perpetua en su abolengo,
para crecer incólume
para sentir su profundo aliento.

Donde las calles comienzan,
donde termina el albor de su esencia.
Donde las miradas oprimen los corazones
de los bañezanos que al partir se alejan.
Donde palpitan azogados
con la mera esperanza
de su majestuosa presencia.

©Concha González.

jueves, 16 de agosto de 2012

RECORDARÉ



RECORDARÉ

Recordaré al ave rapaz
asentada en tu boca
como hambrienta carroñera; 
opaca ansiedad depredadora,
alevosía perpetua, ominosa jauría
de infames deseos, vituperables causas
alimentando a los espectros.

Guerras  que matan a los muertos.

Y la hipocresía se traga el señuelo
mientras adolece de causas intangibles,
simulando despechos ajenos,
sollozando lágrimas invisibles.

                  Rocé la felicidad 
                  con el placebo de lo inexistente.
                  Casi consigo secuestrarla en mis dominios
                  pero ese tocamiento minimalista
                  tan solo consiguió ahuyentarla
                  de la calcinante desesperación
                  de mis garras lacerantes.

Ahora el equipaje que porto
consigue dañar mi espalda.
Ya los espejos se hicieron trizas 
ya no me devuelven
tu imagen nítida.

Pero recordaré, menesterosa
de pasadas reminiscencias,
el ancho de tu espalda al caminar,
la sombra emancipada 
de un deseo cercenado
y...muy poco más.

©Concha González.



LA LUNA

Vivo en la luna.

Llegué una fría tarde de verano
cuando el viento arrebolaba
el cabello de los días inmóviles
y los huertos parían sus frutos ácimos.

Extendí mis brazos
(impregnados de savia impermanente)
hacia el vacío,
y entre ellos
se adhirió tu piel, tu voz
y un destello cegador
que alcanzó mis ojos, secó sus lágrimas
y quebró la esencia misma de la mirada.

Cerré mi casa y entré en batalla.
Solo yo parecía en guerra,
solo yo oí las metralletas incandescentes
y sentí como temblaba la tierra.
Solo yo caminé por senderos anegados
de cadáveres humillados,
y bebí ávida y sedienta
de infames charcos.
Solo yo perseguí nuestras sombras
desperdigadas en la oscuridad del día
y hui de ese profundo lago sin orilla
por no enfrentarme a mí misma.

Y desde entonces
vivo en la luna.

Dejé mi tierra marchita
sus largos días,
sus largas noches y su vaguedad.

Aparté los suelos de mis pasos
los ruegos de mi boca
el sol de mi ventana y las iras de mi alma...
para partir errante, liberada.

Desde entonces vivo en la luna.
Firmamos un  armisticio incompleto
al cobijo de aquel cálido invierno
que ya se avistaba desde lejos
e inmolamos el recuerdo, los sueños.

Y desde entonces sobrevivo en la luna sin ellos.

©Concha González.

lunes, 13 de agosto de 2012

ODA



ODA A PALACIOS DE LA VALDUERNA

Soñé con poseer un camino
donde rubricar mi huella errante

con  excelsos espacios abiertos
lugares anclados en tierras 
donde extender un manto reconfortante
donde los cerúleos cielos
colmaran de dicha esas miradas nobles 
y bajo cuya protección 
sus gentes sonrían 
aunque otras veces sollocen.

Soñé con una heredad sin ley
y con la anhelada compañía de una soledad 
cuyo espíritu indómito 
me estrechase entre su propia palabra 
al caminar.

Y también soñé, con el aroma sincero
de  unos vientos hospedados en los cerros
aromas embriagadores de ensueños 
que desprendan al paso
semilla invisible para  invisibles reencuentros.

Soñé con las gotas de lluvia
que reclama la planta y la espiga
susurrantes de un autóctono idioma de vida.

Imaginé un  pueblo 
y a sus gentes

 imagine arroyos cantarines 
a vetustos molinos de agua
que desde hiciera ya un tiempo durmiesen.

Y sobre todo soñé e imaginé
 poseer un lugar donde renacer

donde extender las manos, arrojar el hálito
sanar el alma, dibujar  futuros pasos
y guarecer mis inacabados días en él.

Firme de raza pura, genuina
portavoz de los silencios
y de este inconcuso sueño
 que hoy mi inquieta pluma
revela sobre este lienzo.

Un pueblo con  límpidos aires
y un  castillo de cuento
con noches calmadas,  miríficas aguas  
montes de encina perenne y cuyas calles exhalen 
olor a libertad...

Un pueblo que inspire estos versos
y  que  arrope con celo... 
este sueño.

Un pueblo.

©Concha González.





sábado, 11 de agosto de 2012




ADOLESCENTE

Desde que su piel 
juega a las alegres tristezas
de los pensamientos azogados,
a las muñecas de goma
que provocan ese ruido extraño,
a mirar por la ventana
para ver pasar la pubescencia
ondeando la bandera de las nostalgias...
el cálido encierro al que somete el tiempo,
guarece la más fría soledad.

Y los lloros se hacen ruegos
y los ruegos silencios.

Los silencios brotes de pseudoenojos
y los enojos...misterios.

Un día 
la máscara desfasada
tropieza con sus propias manos
(aún desnudas de yerros dolosos)
y al caer de su desfigurado rostro
de infante sempiterno,
muestra el arrojo, su ser meritado,
los dogmas que posee de prestado.

Y finge una cruel indiferencia 
desposeída de raza
y se mueve con esa inseguridad 
que le persigue como perro de caza.

Desde su piel
juega a los dados
de la mil y una suerte,
a la ruleta de la boca de fuego
al póker de sus excelsos sueños.

©Concha González.

miércoles, 8 de agosto de 2012




SOY

Soy parte
de los traviesos vientos, de la tierra
del sueño férreo, del coraje salvaje e intrépido.
Del desánimo errado, oteador de  anclajes 
donde asir sus dogmáticos cánticos de sirenas.
De los días con sus noches
ansiosas de hurtar los ecos
de los  valles del silencio.
De la mortecina luz que arrojan los candiles
resol de la esperanza inánime.

De todo ello, soy parte.

De la soledad reconfortante
nido salubre de paz y remanso.
Del caminar hastiado de tropezar
con los propios pasos.
Del ignoto reclamo de almáticos ensueños
que aún yo misma desconozco  por completo.
De los sonidos desairados, 
desarraigados de las reverberaciones provocadas 
por sus lamentos
sus quejas, sus míseras dolencias.

De todo ello, soy parte 
yerma e inestable.

©Concha González.

domingo, 5 de agosto de 2012



ATADURA

Ataste de pies y manos
su voluntad castrada
fatua de vivir sin aire
agorafóbica del silencio
de la soledad, del desencuentro
del vacío impertérrito
hetera insalubre de decadentes lamentos.

En su lánguida otredad ansiada
en su estulticia cansada de inanes errores
en su desvelo insomne 
por un sueño a destiempo
que aún le responde...
se dejó atar.

Y fue en su inmovilidad
desde donde prometió 
volver a la vida
resucitar de su inmortalidad fingida
caminar erguida
mirar al frente
correr y perseguir a su suerte perdida.

En su inmovilidad
alcanzó a pisar el ayer de su muerte.

Y a sus peregrinos pensamientos
(ansiosos de habitar eternos en su mente)
los encerró con su propia obsolescencia
en una anacrónica cárcel
de vidas ausentes.

©Concha González.

viernes, 3 de agosto de 2012



EL TELENO

Mientras la mirada se hace monte
la distancia difumina inmisericorde
esa pétrea y mansa silueta
al ritmo de un paso acompasado
como los vientos y su nombre
como los suelos y sus bordes.

Estirpe de leales tierras
saga de reinos meritados
herencia de nobles pueblos
casta febea de vientos cálidos.

La mirada se hace cumbre
mientras la distancia memoriza en los ojos
el níveo reflejo de un manto blanco
ofrenda invernal, regalo de Dioses
don de los cielos, sueño de hombres.

La mirada se hace recuerdo
pues es en ellos
donde permanece su sombra anclada
serena e interminable
como la tierra que nos ampara
como la tierra que nos reclama.

©Concha González